Se me ocurre hablar de un señor que en el mundo de los moteros viajeros es ya un viejo conocido y de lo que me hace sentir. Se trata de un "gachó" que tiene ya el mundo bien pateado en moto, un "gachó" que se dedica a viajar y a contarlo, un "gachó" que se ha hecho de una legión de seguidores incondicionales y que -como persona célebre en el mundillo que es- también tiene sus detractores. Se trata de un "gachó" que se levanta por la mañana con el objetivo de continuar su viaje en busca de una historia que contar al mundo. Para contar sus vivencias se entretiene en escribir libros (yo ya tengo dos suyos), publicar contenidos en diferentes redes sociales (facebook, twiter, instagram, socialcam, youtube, varios blogs y páginas web) y en diferentes medios de comunicación (televisión, radio, prensa escrita, prensa digital), por si fuera poco, cuando no está embarcado en algún proyecto viajero se dedica a dar vueltas por España (no sé si también en el extranjero) presentando sus libros y dando charlas sobre sus experiencias, su vida, sus proyectos o lo que se le ocurra; estas charlas tienen lugar en reuniones entre amigos, que es donde más cómodo se debe sentir como es lógico, pero también en reuniones de envergadura, como la última BMWRaiders. El tipejo éste se dedica a viajar, escribir, hacer fotos, vídeos, editar contenidos e interactuar con su público o el público de sus patrocinadores y/o clientes.
A priori parece una maravilla de vida, ¿no? Vivir viajando, haciendo fotos, recopilando emociones, experiencias, vivencias, conocimientos, documentos, amigos y sabiduría. Pero lo mejor es que cobra por hacerlo. ¡¡Menudo cabrón!! ¿Para qué voy a negarlo?, pues sí, le tengo una envidia de las grandes... y de las malas. Este jodío vive haciendo lo que yo sueño con hacer aunque sea de vez en cuando, no digo ya vivir de ello. Y encima se ha hecho famoso haciendo lo que más me gusta, la fama en realidad no es algo que yo anhele, pero qué coño!, a todos nos agrada que nos digan lo que le gusta a todo el mundo lo que hacemos, a todo el mundo le gusta ser reconocido en lo suyo, yo creo que todos tenemos en mayor o menor medida una cierta dosis de vanidad, o no?
Pues sí, le envidio, pero después me paro a pensar... ¿Cómo se llega a conseguir eso? Este tío no es que haya creado su puesto de trabajo, yo también lo creé al hacerme autónomo, muchísima gente lo hace en este país, lo que me llama la atención es que se lo ha inventado, se ha inventado la manera de cobrar por hacer lo que le gusta, y eso -amigo- es digno de admiración. Empiezo por reconocer que le envidio pero le reconozco también la enorme valía que conlleva inventarse un trabajo hoy en día, y que encima ese trabajo sea el propio hobby. También me merece una buena dosis de admiración el hecho de tener los santos cojones de dejar un buen puesto de trabajo y todas las comodidades mundanas que conlleva un trabajo fijo bien remunerado para embarcarse en un incierto viaje que le llevará a vete tú a saber dónde, cómo, cuándo, y en qué circunstancias. Me parece todo un paradigma de la lucha en pos de un sueño, de una ilusión, de una inquietud, de una búsqueda. No creo que sea fácil abandonar casi todo lo material para poder dedicarse a lo que a uno le gusta, por muy poético que sea y muy lógico que pueda parecer.
“Andarás errante sobre la tierra”, Yavé maldijo a Caín cuando mató a su hermano Abel. Yo no pretendo matar a nadie, pero eso de andar errante sobre la tierra no me parece un mal plan.
Páginas
martes, 24 de septiembre de 2013
jueves, 12 de septiembre de 2013
En esta entrada iré poniendo fotos que por una u otra cosa me gusten más que las demás, fotos que haya hecho yo (la mayoría), se entiende. Poco a poco iré revisando mi archivo e iré actualizando despacito y con buena letra. Hay fotos que me gustan por lo que sale en ellas o por lo que representan, no sólo por lo bonitas o elaboradas que sean. A ver si os gustan las fotillos.
Dónde había visto yo esta foto hace un minutillo? Creo que está entre los puertos Furkapass y Grimselpass.
Se me nota tal vez mucho la pasión de padre, pero es que me encanta esta nena.
Se alinearon los astros y se unieron la buena luz con un buen sitio y nuestro paso en ese momento.
Esta foto me la hizo Rosa, pero la pongo porque es una foto que quise hacerme mucho tiempo antes de llegar a tener la oportunidad.
Sierra de las Nieves, justo en un claro de un temporalillo que nos pilló de excursión.
Kashba de Aït Ben Adhou, un sitio increíble, y escenario de un buen puñado de películas.
Si no se juega al dominó se echa un rato de cháchara en la puerta de casa.
De camino a Chauen desde Marrakech nos encontramos con este curioso prado de florecitas rosa.
Una "xauenense", "xauenesa" o "xaueneña" en una callejuela de la medina de Xauen.
Costa de El Jadida, con un barco... o lo que queda de él.
Harry, un peasso perro que estuvo en mi vida durante dos años.
De más cerca a más lejos: hierba seca, hierba verde, el lago Ness y unos nubarrones que se vaciaron a los 5 minutos encima mía.
Eilean Donan Castle, lo vi en una postal cuando llegué a Escocia sin ningún plan ni ruta prefijados (pa variar) y me dije: "quiero ir a verlo". Cómo no? estaba en la otra punta del país.
Y subiendo, subiendo, llegué a lo alto de un cerro por una pista de tierra y desde allí se veía chulo hasta un vertedero de residuos de la minería. Yo y mi manía de que me encanta la Cuenca Minera y sus colores.Toni, su novia Toñi y un servidor (de aguantavelas) fuimos a ver la puesta de sol desde el Mandala, un garito de Huelva, hicimos algunas fotillos y ésta es una de ellas.
Sí, un negro, vamos a dejarnos de connotaciones y de comparaciones, vale? prefiero ceñirme en que me gusta el momento tal y como lo capté. Y PUNTO.

Esta foto ni la hice yo, ni es bonita, ni está elaborada, pero no me digas que no es cachonda.
Si has llegado hasta el final de esta entrada, espero que te haya gustado. La idea es ir colgando más fotillos en ella, lo que haré será ir poníendolas al principio, por si te da la "picá" de volver a mirar las fotos no tengas que tragarte otra vez todas las demás si no quieres.
domingo, 8 de septiembre de 2013
La fotografía es una de mis grandes pasiones a día de hoy,
disfruto como un enano cuando estoy ante algo que me “inspira” y se me calienta
el dedo haciéndole un montón de fotos. Una puesta de sol, un paisaje, una cara
bonita, un rincón en cualquier sitio, una moto, cualquier cosa interesante que
pueda resultarme curiosa viéndola a través de la cámara, etc… Cualquier momento
es bueno para sacar la cámara y liarme a hacer fotos. Si bien es cierto que por
mil circunstancias, últimamente no le echo tanto tiempo como hace unos años,
cosa curiosa y estúpida, porque con la fotografía digital es muchíiiiiisimo más
barato que cuando sí me volvía loco haciendo fotos, allá en los tiempos de los
carretes.
Lo de la fotografía y yo fue como un flechazo, fue la
respuesta a una necesidad que sentí cuando tenía 19-20 años. Por aquel entonces
me aficioné a los deportes de montaña y la búsqueda de montañas que escalar y
sierras que patear me llevó a conocer unos paisajes y unos rincones dignos de
recordar y de llevarse grabados. Recuerdo mi primer viaje montañero a los
Pirineos, me llevé una porquería de cámara y los resultados fueron patéticos,
las fotos ni se parecían a los sitios en los que había estado; me sentí tan
decepcionado y frustrado de no haberme podido traer ni un puñetero recuerdo en
condiciones de aquel viaje que decidí comprarme una cámara “decente”. En cuanto
reuní 12.000 pts me fui como loco a por una camarita compacta autofoco a la que
le había echado el ojo, me la recomendó y vendió un señor que más tarde sería
un gran amigo y compañero de montañas y fotografías. Pues con esta cámara ya
pude hacer fotografías que hacían algo más de justicia a los sitios que visité
con ella. Pero claro, me costó 12.000 pesetas y no se le pueden pedir peras al
olmo, no tenía nada más que el botón de enfoque/disparo y el del autodisparador
para salir yo en la foto, con una cámara así tenía muchas limitaciones y no
tardé mucho en encontrarme con que no podía hacer las fotos que buscaba. Cuando
me di cuenta de que quería algo más que un simple “apretar un botón” comprendí
que necesitaba una cámara réflex con objetivos intercambiables y más
posibilidades para “currarme” la foto que imaginaba. Con el dinero de un trabajillo
que tuve durante un verano me compré un kit que promocionaba Canon, tenía un
cuerpo de cámara, un zoom 35-70, un 80-300, un trípode, una bolsa y un libro de
iniciación a la fotografía. Bendita decisión la de comprarme aquel equipo, era
una mierda pero era lo que me podía comprar en aquel momento (me costó 100.000
pesetas) y con él aprendí a hacer fotos, las fotos que yo quería. Con algunos
libros y una “jartá” de carretes de fotos aprendí poco a poco los
rudimentos de la fotografía. Empecé utilizando carretes “normales”, de los que
se sacan las fotos a papel de toda la vida, pero luego me cambié a las
diapositivas, no se puede ni comparar, los colores de las diapositivas se salen
de la foto y ahí es cuando empecé a hacer fotografías que me parecían dignas de
enseñar…. Pero también empecé a echar en falta un equipo más potente, unas
ópticas más consegidas (y más caras), y más accesorios (flashes, filtros,
reflectores, fondos, tubos de extensión, fotómetro de mano, un buen trípode,
etc…). Como tonto, a mi también me gusta lo bueno y para poder hacerme de un
buen equipito de fotografía tardé lo mío, me cambié a Nikon y me fui comprando buenas
ópticas (un 28-70, un 80-200 y un 60 macro), también me hice de un segundo
cuerpo de cámara, varios flashes y un reguero de accesorios que no terminaba
nunca. En ese momento estaba como loco con la fotografía, casi todos los fines
de semana volvía a casa con algún carrete de 36 fotos que revelar como mínimo, además los
resultados me gustaban y eso me motivaba a seguir y seguir. Tenía entonces el
equipo y los conocimientos necesarios para hacer trabajos en la calle, lo
típico de currar para la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones) y me eché para adelante
a hacer reportajes, empezando con amigos que se fiaron de mi. También estuve
haciendo fotos en competiciones de trial 4x4, algunas de las cuales se
publicaron en varios medios, y nunca pusieron que eran mías, lo que me encabronó
de mala manera, uno tenía su vanidad y quería ver su nombre en los pies de
foto. Otras fotos de temas diferentes se publicaron también en otros soportes
como cartelería, panfletos, guías, etc, y creo que nunca conseguí que pusieran
mi nombre, y eso me jodió mucho, pero mucho, mucho.
Pasaron los años y apareció la fotografía digital, me compré
entonces mi primera cámara compacta digital, después una segunda, la siguiente cámara digital ya no fue una compacta, fue una réflex
profesional con la que podía aprovechar buena parte de mi equipo anterior, luego vino una tercera compacta y en
primavera del 2013 caía mi 4ª compacta digital, pero ésta ya me la compré después
de un tiempo teniendo claro lo que quería.
A finales de 2006 abrí mi periódico y empecé a hacer
muuuuchas fotos sin ningún interés estético, sino como un mero testimonio para
ilustrar noticias. En mi tiempo libre empecé a hacer muchas menos fotos de las
que hacía antes, supongo que me llegó una fase de aburrimiento y entré en una
etapa de horas bajas en mi afición.
Sin embargo últimamente siento que me vuelve a picar el
gusanillo, que vuelvo a tener ganas de hacer fotos, espero que estas ganas se
reflejen en mi archivo YA.
miércoles, 4 de septiembre de 2013
El pasado 13 de agosto nuestra amiga Mónica -la motera más
guerrera que he conocido y creo que conoceré- conoció por fin a África, su
hija. Más o menos de cerca habíamos seguido su embarazo con una mezcla de
alegría y de incredulidad, y es que Mónica era una de las últimas mujeres que
yo me imaginaría dando un biberón o cambiando unos pañales.
Pues nos llegó la hora a nosotros de acercarnos en un salto a
conocer también a África. Un par de mensajes y ya estamos en marcha, el sábado
31 a las 9:00 de la mañana nos montábamos en la moto de camino a Chiclana. En
esta ocasión, para variar un poco y por quitarnos el puente de San Paquito (5º
Centenario) de Sevilla, decidimos cruzar el Guadalquivir por Coria del Río en
la barcaza, así la conocíamos también.
Por 2,60€ nos pasaron a Rosa, a la moto y a mi al otro lado y desde que llegamos a la orilla del río hasta que desembarcamos creo que no pasaron ni 5 minutos, rapidísimo, supongo que sería la suerte del principiante.
Por 2,60€ nos pasaron a Rosa, a la moto y a mi al otro lado y desde que llegamos a la orilla del río hasta que desembarcamos creo que no pasaron ni 5 minutos, rapidísimo, supongo que sería la suerte del principiante.
A eso de las 12:00 estábamos aparcando en la puerta de
Mónica y por fin conocimos a África, una pequeñaja de tan sólo 2,50 kg. Morena,
con algún gesto y alguna marca conocidos. Como buena madre, a Mónica se le cae la baba con su niña.
África apenas dio un ruido en las 24 horas que estuvimos con ella. Mónica, como era de esperar, no está por la labor de encerrarse en su casa escudándose en la pequeña, para nada. Salimos a tomar una cervecita (que ella lleva ya muchos meses sin probarla) y volvimos a su casa cerca de las 6 de la tarde, con la niña, claro. Es evidente que a esta mujer no hay quien la pare y es más evidente o tal vez inevitable que África se va a hacer una intrépida viajera… por la cuenta que le trae. Llegamos a la playa del Palmar para sentarnos los primeros a comer en un sitio con las BBB, allí nos reímos un poco con el típico “qué tiempo tiene?”, se referían a África, eh?, no a mi. Después de comer nos acercamos al Baloo, un garito tela de chulo en la playita donde nos tomamos unos mojitos sin alcohol que quitaban el sentío.
Allí se estaba “namás que una mihilla de bien”, en unos silloncitos, con la brisa del mar… hasta que el sol se movió y nos quedamos fuera de la sombrilla, allí sí que apretaba el Lorenzo. Pues después de estar allí un ratito bien agradable cogimos el camino de vuelta a Chiclana, que para luego ya había planes. Por la noche y después de cenar fuimos –como se suele decir- a tomarnos la penúltima en el café Copas Box en Puerto Real, un bar con mucha solera motera que no ha podido resistir la crisis y cerraba esa noche sus puertas por última vez, allí coincidimos con una representación de los Moteros Gaditanos, a la copita nocturna aún no estaba invitada África, que se quedó en casa con la abuela, armada con un biberón.
África apenas dio un ruido en las 24 horas que estuvimos con ella. Mónica, como era de esperar, no está por la labor de encerrarse en su casa escudándose en la pequeña, para nada. Salimos a tomar una cervecita (que ella lleva ya muchos meses sin probarla) y volvimos a su casa cerca de las 6 de la tarde, con la niña, claro. Es evidente que a esta mujer no hay quien la pare y es más evidente o tal vez inevitable que África se va a hacer una intrépida viajera… por la cuenta que le trae. Llegamos a la playa del Palmar para sentarnos los primeros a comer en un sitio con las BBB, allí nos reímos un poco con el típico “qué tiempo tiene?”, se referían a África, eh?, no a mi. Después de comer nos acercamos al Baloo, un garito tela de chulo en la playita donde nos tomamos unos mojitos sin alcohol que quitaban el sentío.
Allí se estaba “namás que una mihilla de bien”, en unos silloncitos, con la brisa del mar… hasta que el sol se movió y nos quedamos fuera de la sombrilla, allí sí que apretaba el Lorenzo. Pues después de estar allí un ratito bien agradable cogimos el camino de vuelta a Chiclana, que para luego ya había planes. Por la noche y después de cenar fuimos –como se suele decir- a tomarnos la penúltima en el café Copas Box en Puerto Real, un bar con mucha solera motera que no ha podido resistir la crisis y cerraba esa noche sus puertas por última vez, allí coincidimos con una representación de los Moteros Gaditanos, a la copita nocturna aún no estaba invitada África, que se quedó en casa con la abuela, armada con un biberón.
El domingo teníamos pensado darnos una vuelta por la Sierra
de Grazalema y/o los Alcornocales, queríamos salir tempranito pero la recién
mamá nos lió y no fue hasta cerca de las 12 cuando le echamos la pata por
encima a la moto. Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Puerto de Galis, Jimena
de la Frontera, Gaucín, El Colmenar, Ubrique, El Bosque, Prado del Rey y
caminito de vuelta a casa otra vez atravesando el Guadalquivir por Coria del
Río.
Pensaba yo al salir que apenas nos daría tiempo de disfrutar
de la sierra habiendo salido tan tarde pero me equivoqué, y bien equivocado. Salimos
sin tener ni la más remota idea de la ruta que íbamos a coger –como casi
siempre- y en Alcalá de los Gazules ya la dibujamos sobre el mapa, nos
sorprendió la bonita vista que tiene este pueblito en la ladera.
Nos acordamos de comer cuando llegábamos a Jimena de la Frontera, allí nos comimos unos montaditos de lomo en un alojamiento-tasca rural, estaban buenos, el sitio nos gustó y fue baratísimo.
De allí continuamos el camino hasta Gaucín para luego volver un par de kilómetros hacia atrás y tomar la carretera de El Colmenar, que en el mapa apenas se veía, mejor que mejor.
Esta carretera resultó ser una chulada, creo que nos cruzamos con un par de coches en los 27 kilómetros que había por una pista asfaltada que nos llevó hasta cerca de Ubrique. El resto del camino ya lo habíamos hecho varias veces, pero no por eso dejamos de apreciar lo bonito que es el camino y algunos de sus pueblos. Al llegar a la orilla del Guadalquivir no parecía que nadie fuera a cruzarnos al otro lado pero no tardó mucho la barcaza en acercarse a por nosotros y un par de coches que llegaron detrás nuestra.
Al subir a la barcaza, un paisano se fijó en la cámara del casco pero lo disimuló lo mejor que pudo, que no fue mucho.
El resto del camino fue llegar a la autovía y aguantar la monotonía agravada por los conos que ponen para que la vuelta del fin de semana en las playas de Huelva sea más ágil, dejando para los que vamos para allá un solo carril.
Nos acordamos de comer cuando llegábamos a Jimena de la Frontera, allí nos comimos unos montaditos de lomo en un alojamiento-tasca rural, estaban buenos, el sitio nos gustó y fue baratísimo.
De allí continuamos el camino hasta Gaucín para luego volver un par de kilómetros hacia atrás y tomar la carretera de El Colmenar, que en el mapa apenas se veía, mejor que mejor.
Esta carretera resultó ser una chulada, creo que nos cruzamos con un par de coches en los 27 kilómetros que había por una pista asfaltada que nos llevó hasta cerca de Ubrique. El resto del camino ya lo habíamos hecho varias veces, pero no por eso dejamos de apreciar lo bonito que es el camino y algunos de sus pueblos. Al llegar a la orilla del Guadalquivir no parecía que nadie fuera a cruzarnos al otro lado pero no tardó mucho la barcaza en acercarse a por nosotros y un par de coches que llegaron detrás nuestra.
Al subir a la barcaza, un paisano se fijó en la cámara del casco pero lo disimuló lo mejor que pudo, que no fue mucho.
El resto del camino fue llegar a la autovía y aguantar la monotonía agravada por los conos que ponen para que la vuelta del fin de semana en las playas de Huelva sea más ágil, dejando para los que vamos para allá un solo carril.
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